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Carta de amor para Delfín #01






Querido Delfín,

Esta es la primera carta que te escribo con el propósito de saciar a la noche y perderme a la hora de morir (o la hora de aburrirse, que es lo mismo). ¿Cómo hiciste hasta ahora? Eres un misterio transparente, a veces hasta predecible (en el sentido de que sé aparecerás eventualmente). ¿Cuánto tiempo te quedarás? Me da curiosidad, ya sabes cómo es, nunca pregunto por preguntar. Hace frío.

¿Cómo has hecho, cómo sigues haciendo? Mi nariz se ha vuelto indiferente al dolor que produce el rozar del aire, no han sido muchos años, aún no paso los treinta.

Imagino todos los affaires que tuviste para no quedar como un tonto. No puedo quejarme, exploré con avidez la psique masculina (cuántos abismos). A veces olvido que vendrás y aguardo con ironía la presencia de alguien más inteligente. Es aburrido tener que conversar con uno mismo para no tener que dar tantas explicaciones. Las personas hablan y escriben sobre la creatividad, la transgresión, la originalidad, la excentricidad. Alaban cada ser de la Historia con estas «cualidades». Ve tú a saber por qué odian encontrarse con alguien así en la vida real. Ya sé lo que estás pensando, por qué te escribo, por qué ahora. Pero no hay un motivo específico, fuiste tú quien envió las ondas délficas esta mañana mientras me daba una ducha y soñaba despierta. Imagínate, mi nariz descansando, mi mente sumergida en el océano frente al ocaso, y de pronto ¡zas!, tu presencia délfica metafísica en lo profundo de mi horizonte. No te atrevas Delfín. Debes saber que el horizonte es solo mío, no comparto mis alas, ni mi eternidad. No comparto mi existencia, mucho menos mi soledad. Sí, ya sé que tienes tu propio horizonte lleno de tu perfume y tus alas. Ahora me toca preguntarte por qué iniciaste el contacto. Aunque ya no caben estas curiosidades. ¿Cómo están las muchachas? Ya no volví al Planeta Délfico en mis viajes astrales. No te extraño. No te necesito. Tampoco te añoro. Eres parte de un destino, como la palma de la luna en el anverso de la noche, la estrella mensajera en mi firmamento, la voz del Eterno en mi garganta, los ojos del Maestro en mis ojos. Lo cierto es que verte sería de lo mejor. El tiempo se encoge, lo sabes. Tú también estás aburrido.

Hagamos un pacto délfico, Delfín.

Mañana, pase lo que pase, hagamos todo lo que hemos venido postergando. Todo lo que siempre quisimos hacer, todo lo que hemos olvidado y reemplazado burdamente para sostener la vida humana. La clave está en no perder los estribos, en tolerar a esta rara especie humana.

Ya no pienses, suéñame esta noche. Quizás yo también te permita entrar en mis sueños.



KARINA LUZ

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